Sunday, July 23, 2006



GENIALIDAD Y LOCURA

A MENUDO CAMINAN UNIDAS

VINCENT VAN GOGH EL PINTOR INCOMPRENDIDO

Empecé a conocer a Vincent cuanto más tiempo dedicaba a su obra. Sin embargo, él sería siempre para mí aquel chico raro, el joven solitario y excéntrico que no supo bien qué hacer con su vida. Había nacido en Zundert, a unos 15 kilómetros de Breda, un lugar de origen algo oscuro que me costó trabajo encontrar, y vivió en su infancia el ambiente calvinista de su casa, lo que no favoreció la relación con su padre. Me parece ver a aquel niño, falto de afecto, desconocedor de lo que le reservaba su corta vida. Ya con 16 años tuvo su primer empleo como vendedor de arte, y quizás sea en estos cuatro años que pasó en La Haya –los más felices y despreocupados que conozca- cuando empieza a interesarse por la pintura. Este período se alarga cuando es trasladado a la sucursal en Londres. Pero no parece que este trabajo le satisfazga lo suficiente y lo da por terminado. Después de unos intentos de recobrar sus estudios, vuelve por cierto tiempo a casa de sus padres. La vida le tenía reservada otros planes.

He seguido sus pasos desde La Haya a Londres, desde esta ciudad a París y su regreso. Su vuelta definitiva a Francia. He leído las cartas a su hermano Theo, que siempre le apoyó. He observado sus pinturas y aquella obsesión –en sus comienzos- por la religión.Todo con el fin de saber más de él, de buscar explicación a su carácter, de poder comprender qué le hizo seguir el camino que tomó. Tuvo que sentirse muy frustrado al haber vendido sólo un cuadro mientras estaba en vida. Parece como si tuviera un presentimiento cuando dijo: “llegará el tiempo en que descubrirán que mis cuadros son más valiosos que lo que he usado en pinturas”. Tenía razón Vincent. Ahora, contemplando lo que considero broche final de su primera etapa: "Los comedores de patatas", siento esa mano de artista, apresurada, poniendo en escena su preocupación por el mundo campesino. Haciendo verdad eso de decir con el pincel lo que no se puede decir en palabras.

Me gusta el Vincent de su época en París, con energías, con ganas de experimentar. Allí conoce a Toulouse-Lautrec, los impresionistas, y otros jóvenes como él que buscaban el triunfo por medio de la creatividad. Ya está olvidado lo oscuro de Nuenen. Es el momento de "Pere Tanguy", del empleo del color, la luz en su pintura, de interesarse por la naturaleza, de la importancia del paisaje. Y su encuentro con Gauguín, que dejará una marca intensa en sus vidas.

Vincent no ha tenido mucha suerte en sus relaciones. Varias veces se ha visto rechazado. Enamorado de una joven que no le correspondía, intentó quemarse una mano. Desde entonces sus reacciones son imprevistas, peligrosamente apasionadas. Se ha instalado en Arles, en la "Casa amarilla", donde pinta "Girasoles". Invita a Gauguín. Pero su estancia termina trágicamente cuando después de una discusión e intento de ataque por parte de Vincent, éste termina cortándose un trozo de una oreja. Desde ahora vivirá con el temor de perder sus facultades de pintar.

Ante su "Autorretrato" me asaltan las dudas. No es una mirada triste ni desvalida, pero es difícil llegar a saber la realidad de su comportamiento. Él mismo dijo lo mucho que costaba conocerse a sí mismo. En su pintura jugaba tanto con la verdad que la modificaba. Él era alguien que no daba importancia a las mentiras si estas eran más verdaderas que la verdad literal. Era sin lugar a dudas un hombre que sufría extremadamente esa soledad a la que sus circunstancias le habían condenado. Pero ¿fue éste el motivo de su propia destrucción, o el no ver el éxito deseado? Se marcha a Auvers-sur-Oise. Su mano sigue fuerte y su pincel activo derrochando color y trazos.

Desde su "La noche estrellada" me hablan sus sentimientos. Se rebela el miedo en la intensidad y energía de las pinceladas, en el conflicto intenso de los contrastes. Hay movimiento, agilidad. Curvas y círculos. Se siente la violencia, la rebelión. Pero lo que más impresiona es el silencio. Es como una premonición.

Posiblemente no hay nada ya que pueda detener su mano. Dos días más tarde pone fin a su vida, su hermano Theo no lo abandonará ni un momento. Unos meses más tarde estarán ambos descansando en Auvers-sur-Oise.

Pilar Moreno Wallace

Saturday, July 01, 2006



ASÍ EN LA VIDA

COMO EN LA MUERTE

SOR MARÍA JESÚS DE ÁGREDA LA DAMA AZUL

Sor María Jesús de Ágreda o la Venerable, como se la conoce en su tierra de Soria, fue una monja de clausura cuya polémica vida transcurrió a lo largo del siglo XVII, y que residió en la misma casa que la vio nacer, un 2 de abril de 1602, hasta su muerte acaecida el 24 de mayo de 1665.

Salvando el hecho de que su madre, Doña Catalina, siendo ella muy joven aún, decidiera convertir la mansión familiar en un convento Concepcionista donde ingresaría acompañada de sus hijas, la propia María y su hermana Francisca, mientras su marido y padre de las niñas decide retirarse a su vez al convento franciscano de Nalda, podríamos decir que la vida de la Venerable transcurre en paz en una existencia plena de recogimiento y oración, como la que puede tener cualquier religiosa de la época.

Sin embargo, hacia su mayoría de edad, después de cumplir 18 años, una aureola de misterio empieza a envolver a Sor María, que acaba convirtiéndola en un personaje digno de estudio, hasta el extremo de que el Santo Oficio se interesa por el asunto y abre una profunda investigación.

La fama de santidad de La Venerable, que será nombrada abadesa a la edad de 25 años, traspasa los muros del convento al hacerse notorias cualidades extraordinarias, como las llamadas “muertes místicas” en las que durante varias horas permanece inmóvil e insensible a todo tipo de estímulos; estos períodos de tiempo culminan en un éxtasis acompañado de arrobamientos y levitación. Pero si esto ya de por sí, es digno de tenerse en cuenta, resulta aún más desconcertante la leyenda que circula en torno a su figura:

Se cuenta que Sor María tenía el don de la bilocación, es decir que, mientras que su cuerpo permanecía en el convento, del que nunca saldría físicamente hablando, su espíritu se despegaba de su persona y viajaba a otros lugares. Así, fue vista por unas tribus de indios que vivían en la baja California, los xumanas o jumanos, a los que ella se dirigía predicando el Evangelio y hablándoles de Jesucristo, e incluso llevándoles rosarios que distribuía entre los pieles rojas.

La leyenda se quedaría en eso, en leyenda, si no fuera porque existen testimonios escritos por un fraile, el padre Benavides, que nos cuenta en sus crónicas que, al llegar a unos territorios habitados por pueblos indígenas con la intención de catequizarlos y hablarles del mensaje de Jesucristo, se encuentra con la sorpresa de que éstos ya conocían la palabra de Dios, por boca de una extraña dama vestida de azul que se les había presentado varias veces y les había dejado como regalo los mencionados rosarios.

Fray Alonso escribe al papa Urbano VIII y al Rey Felipe IV preguntándoles quien le había precedido en su ministerio, pero no obtiene respuesta satisfactoria hasta 1630 cuando regresa a España y oye hablar de los milagros de Sor María, entonces, deseando conocerla personalmente se presenta en el convento, donde descubre asombrado que el hábito de la monja es azul como el que le describieron los indios.

El Rey Felipe intrigado por los acontecimientos, después de que Sor María saliera absuelta por el Santo Oficio de las acusaciones a ella imputadas, decide ir al convento a visitarla, aunque no será la única vez que lo haga, y queda tan impresionado por la personalidad de la religiosa que, a partir de aquel momento, entabla con ella una correspondencia regular que solo finalizará con la muerte de la Venerable, cuyo proceso de beatificación iniciado en 1765 por el Papa Clemente X está en suspenso.

Sor María nos deja varios libros escritos por ella misma: “Cartas a Felipe IV”, “Vida de la Virgen”, “Escala para subir a la perfección”, “Ejercicio cotidiano”, “Ejercicios espirituales” y “Leyes de la esposa”. Su principal obra: “Mística Ciudad de Dios”, que según su autora le fue dictado por la propia Virgen María, fue muy popular en esa época, y levantó un gran revuelo, hasta el extremo de que la Suprema Inquisición de Roma llega a prohibir su lectura, prohibición que levanta en 1681 un Decreto de Inocencio IX.

Luego, durante el siglo XVIII, vendrá una lucha religiosa plagada de polémicas entre los “agredistas” y “antiagredistas” , en la que se inmiscuirán, no solo la Iglesia que aún no se ha pronunciado sobre el don de la bilocación o la milagrosa aparición de Sor María en tierras americanas, ni sobre los numerosos milagros atribuidos a la religiosa, si no también Universidades europeas de gran prestigio: Salamanca, Alcalá, las italianas Lovaina y Coimbra, y hasta la misma Sorbona de París.

Actualmente los restos de Sor María Jesús de Ágreda reposan en la iglesia del Convento de la Inmaculada Concepción de Ágreda, en la misma casa en que nació y vivió toda su vida, y de la que jamás salió desde que cumpliera 16 años.

Como si el destino quisiera ratificar unos hechos, afirmados como ciertos por algunos y tachados de increíbles por otros, el cadáver de la Venerable sigue incorrupto, quizá para demostrar a los incrédulos, que su apariencia física perdurará, entre los muros que la vieron nacer, en una “eterna muerte mística”.

Emma Rosa