Sunday, December 09, 2007

LA HISTORIA DE LOS ASMAT





LO QUE CUENTAN

LOS MUSEOS


(TROPENMUSEUM)

LA HISTORIA DE LOS ASMAT


LA HISTORIA DE LOS ASMAT

(antiguos cortadores de cabeza)

PILAR MORENO WALLACE

Todos los museos guardan la presencia tangible de la memoria; hay infinitas historias que esperan su tiempo en las obras depositadas allí. Con curiosidad nos acercamos a esas imágenes, e intentamos descifrar el mensaje que el artista nos transmite con la pasión de su esfuerzo, hasta hacernos sentir el latido de otras vidas, lo atrayente de un paisaje, los rostros, los gestos, las formas, que descansan en perpetuo descanso. Asombrosas piezas de arte y miles de objetos que nos llevan a través del tiempo y de las culturas como viajeros privilegiados que descubren rutas desconocidas.

Una de estas experiencias la ofrece el Museo Real de los trópicos -Tropenmuseum- en Amsterdam. Este edificio, que fue considerado el más grande de su época ("sobresalía por encima de casas y árboles") es en sí un ejemplo de arte arquitectónico con sus espacios amplios y llenos de luz. Un lugar de residencia para la cultura de países que se extienden alrededor de los trópicos, con un acento especial en la interesante actividad colonial que tuvieron los holandeses. Zonas de países como el sudeste de Asia y su parte oriental, Africa del norte y al sur del Sahara, América Latina, Oceanía, el Caribe, son rutas expuestas a disposición del visitante.

Sin embargo en esta ocasión era otra la propuesta: un viaje al mundo de los Asmat, uno de los pueblos Papúas, en Nueva Guinea, la zona de más humedad del mundo. Asmat significa literalmente "hombre del árbol". Según una de las narraciones de los Asmat sobre la creación del mundo, el hombre nace del árbol. Hace mucho, mucho tiempo, vivía sólo un hombre. Su nombre era Fumeripits. Se sentía solo, por eso talló del tronco de un árbol otros hombres y mujeres. Pero estos eran simplemente unas imágenes, no eran verdaderos. Entonces se le ocurrió coger un tambor y empezar a tocar música. Las figuras cobraron vida, movieron brazos y piernas y se puseiron a bailar. Este fue el origen de los primeros hombres según los Asmat.

Pero hay una historia más sobre estos talladores de madera, una historia que nos lleva a un mundo de símbolos y rituales, de creencias y ceremonias.

La fuerza de los postes

Fuente: Pauline van der Zee

"Bisjpalen. Een woud van magische beelden" (Bisj-postes, Una selva de imágenes mágicas)

"El hermano de Asesatsj murió repentinamente. Sus primos habían fallecido en el recorrido de un pueblo a otro a lo largo del rio. Desde la última sequía habían muerto muchos vecinos. Sus espíritus estaban aún alrededor del pueblo y de los bosques pantanosos cercanos. La gente tenía miedo. Había que hacer algo. El pueblo tenía que recobrar la fuerza que estaba perdiendo. Era el tiempo de Bisj.

La parte más importante de la fiesta de Bisj eran los bisj-postes. En ellos se tallaban las imágenes de los vecinos fallecidos. De esta manera se hacian visibles sus espíritus. Con estos postes y los rituales que se efectuaban durante la fiesta, encontraban descanso los espíritus y la tranquilidad volvía de nuevo al pueblo. Los troncos para hacer los postes debían ser traídos del bosque.

Asesatsj había salido con frecuencia para traer árboles. Mucho tiempo atrás salían los hombres también para otra parte de la fiesta. Para ello caminaban hasta un pueblo más allá, y regresaban una vez que habían matado a muchos enemigos, llevándose con ellos sus cabezas cortadas. Estas daban fuerza; los cráneos ayudaban a los fallecidos en su pueblo a encontrar el descanso en Safan, el mundo de los antepasados. Estas muertes están hoy día prohibidas, pero todavía se pueden talar árboles y estos suministran la necesaria fuerza.

Asesatsj fue con los hombres, vestido como para la guerra y armado de flechas, al interior del bosque pantanoso. Allí se encontraban la mayoría de los espíritus. Los espíritus quieren a los árboles y viven con preferencia entre sus raíces que unen lo inferior con lo superior de la tierra. Uno de sus hermanos sabía dónde se encontraba un grupo hermoso de árboles de nuez moscada ( !) Estos tienen las raíces más bonitas, la savia del árbol se parece a la sangre, y el olor es pesado y picante.

Primero navegaron con canoas por un pequeño río. Después se sumergieron en la caliente humedad de la selva. Una vez que los hombres habían encontrado los árboles, subieron en sus espaldas a Biakat, el jefe del pueblo. Este empezó a nombrar a gritos sus victorias. A cada victoria nombrada respondían los hombres con gritos de júbilo, y con cada grito golpeaba uno de los hombres con un hacha en el árbol. La savia roja salpicaba alrededor como sangre. Las miradas salvajes en los ojos de los hombres hicieron pensar a Asesatsj en el pasado: como si estuvieran degollando al árbol. Además este olor, parecía … olor humano. Los hombres gritaron los nombres de los muertos en el pueblo. Sus muertes debían ser vangadas, sus espíritus debían tener un sitio. La fuerza perdida debía volver de nuevo al pueblo.

A través del bosque pantanoso, arrastraron los árboles hasta el pueblo. El último tramo pudieron ir por el río con la corriente, los troncos atados a las conoas. En el pueblo les esperaban las mujeres. Estaban gritando y tocando tambores en la orilla del río. Los hombres tuvieron que reconquistar el pueblo a las mujeres con violencia. Esto formaba parte de la fiesta Bisj. Durante el tiempo que los hombres estuvieron en el bosque, las mujeres habían ocupado la casa de los hombres. Era el deber de ellas detener a los espíritus. Estos podían poner en peligro sus vidas y las de sus hijos. La lucha con las mujeres fue encarnizada. Asesatsj recibió un fuerte golpe en su cabeza. La sangre fluía desde su ceja hasta el ojo.

Finalmente ganaron los hombres. Llevaron los troncos al interior de la casa de los hombres. Entonces empezó una nueva parte de la fiesta Bisj. Los talladores se pusieron a trabajar. Durante el día elaboraban la madera, de noche tapaban los postes con hojas de palmeras. Y cada noche cantaban y sonaban los tambores en la casa de los hombres. Cuando los postes estuvieron terminados su colocaron fuera de la casa. En cada uno de ellos se veían representados sus antepasados. Hombres, mujeres, niños. Asesatsj pensó en su hermano y en sus primos. Sus espíritus podían ir a Safan. La fuerza de la vida había vuelto al pueblo."

Me encontré en el museo con estas imágenes de madera, verdadera selva de árboles, donde una templada música mutilaba el silencio de la sala. La combinación de luz y sonido me hizo más sensitiva ante estas imágenes que deben su privilegio a la entrega de los árboles, seres que yo siento generosos e inteligentes. No puedo quedar indiferente ante estos altos postes, algunos de más de doce metros de altitud. Tienen una presencia esbelta y misteriosa. En la parte superior sobresale hacia arriba el tsjémen, literalmente significa pene. Este está hecho de una de las raíces del árbol. Así pués la parte inferior del árbol es la parte superior del bisj-poste. La expresividad de sus formas me habla de unas ceremonias sujetas a superticiones y ocultos mensajes del pasado, en el que se acepta la muerte y se reclama la vida. El hombre y el árbol indivisibles, indesatables. El árbol, la vida, lo femenino; el hombre, la fuerza, la fertilidad. La dualidad, en esta ocasión, mostrando el lado vertical de la tierra hacia el cielo; el árbol como elemento de unión.

Todo esto me llegó en la voz de aquellas imágenes en la Sala de la luz del museo en Amsterdam. Quizás mi pasión por lo árboles me hizo sentir de una manera especial esta historia, que recoge el eco de un pueblo de iniciados en símbolos y ritos que se pierden en lo más profundo del tiempo, y llegan hasta nuestros días como el símbolo de su identidad.

Pilar Moreno Wallace

http://www.tropenmuseum.nl/

http://www.tropenmuseum.nl/smartsite.shtml?id=14821