Personajes, mitos y leyendas de letraslibres.org
Bienvenido a la sección de “Personajes, mitos y leyendas” del Fórum Letras Libres. En este rincón hallarás una selección de textos sobre personajes interesantes, reales o de ficción. También cabrán aquí mitos y leyendas de nuestro presente o de nuestro lejano pasado. Esperamos que éste sea un lugar donde te sientas cómodo y disfrutes de lecturas amenas y que compartas con nosotros ese placer inmenso, que es leer. Gracias por tu visita: Amigo lector. Emma Rosa Rguez Coordinadora.
Friday, March 21, 2008
EL PUENTE DEL BESO
EMMA ROSA RODRÍGUEZ
Hay en un tajo de la roca viva
Que el mar abrió tal vez en sus enojos
Un lindo pueblo de hermosura esquiva
Que nunca entero muéstrase a los ojos.
Lo parte en dos por gala y bizarría
Un río con sus aguas transparentes
Que fluye sin cesar con armonía
Bajo los arcos de sus siete puentes…
Y uno de esos siete puentes, el que cruza el río desde las cercanías de la Iglesia hasta el paseo de las playas, es el llamado Puente del Beso, nombre que toma de una hermosa y trágica historia de amor acaecida en Luarca hace muchos, muchos años:
Eran tiempos de piratas y corsarios que atemorizaban a los pueblos costeros atacando a todos los barcos que se ponían a su alcance.
Así fue, que desde las costas de Argel subió una pequeña flota de piratas berberiscos hasta el Mar Cantábrico y allí se adueñaron de la costa asturiana comprendida entre Avilés y Navia asaltando y sembrando el terror por todo el litoral. Al mando estaba el temido Cambaral, capitán moro, famoso por su crueldad y por el ingenio que mostraba en sus ataques y, esto, sumado a la maniobrabilidad de las ligeras y rápidas naves berberiscas le habían convertido en invencible, ya que ni las tropas del Rey que habían intentado más de una vez acabar con los corsarios habían conseguido atraparlo.
Ante la terrible situación en la que se veían sumidos los marineros y sus familias el señor de la fortaleza La Atalaya de Luarca decidió tomar cartas en el asunto, reunió a sus más fuertes guerreros y camuflados hombres y armas entre los pescadores y sus aparejos, se hicieron a la mar a esperar el ataque de los piratas. Cuando éstos avistaron la flotilla de pesqueros e intentaron el asalto, de las inocentes barcas salieron los hombres armados y preparados para la guerra consiguiendo vencer a los piratas gracias a su estratagema. Después llevaron a Cambaral cubierto de cadenas a la fortaleza y lo encadenaron en la mazmorra en espera de que las tropas reales lo vinieran a buscar.
El señor de La Atalaya tenía una hija bella y joven, con un corazón muy noble que, viendo el lamentable estado del capturado se brindó a curarle las heridas.
Y quiso el destino que la muchacha y el capitán pirata se enamoraran perdidamente, hasta tal punto que, sabiendo el destino que le esperaba al moro, ambos decidieron fugarse para vivir su historia de amor.
Meciéndose en las alas de la inconsciencia y el ardor juvenil, sin planificar su huída, se escaparon de la fortaleza y poco a poco escondiéndose entre los recovecos del camino fueron bajando por empinadas callejuelas hasta llegar al muelle, allí buscaron la nave pirata pero antes de alcanzarla, el padre de la doncella que se había percatado a tiempo de la fuga, ya les estaba esperando con sus hombres.
Los amantes, al darse cuenta de que no tenían escapatoria, se unieron en un apasionado beso y fue entonces, cuando el padre de la joven, ciego de rabia, desenvainó su espada y de un certero tajo segó las cabezas que, unidas, cayeron al mar, siguiéndoles los cuerpos que, enlazados en un eterno abrazo, se fundieron con las frías aguas del océano…
Y así fue, que años después en el mismo lugar en que los amantes perdieron la vida se construyó un puente al que llamaron El Puente del Beso en honor a los jóvenes. En la actualidad y después de pasar por varias reformas dicho puente sigue existiendo, así como también parte de la muralla de la fortaleza y el barrio aledaño que se llama El Cambaral.
Emma Rosa
Sunday, December 09, 2007
LA HISTORIA DE LOS ASMAT
LA HISTORIA DE LOS ASMAT
(antiguos cortadores de cabeza)
PILAR MORENO WALLACE
Todos los museos guardan la presencia tangible de la memoria; hay infinitas historias que esperan su tiempo en las obras depositadas allí. Con curiosidad nos acercamos a esas imágenes, e intentamos descifrar el mensaje que el artista nos transmite con la pasión de su esfuerzo, hasta hacernos sentir el latido de otras vidas, lo atrayente de un paisaje, los rostros, los gestos, las formas, que descansan en perpetuo descanso. Asombrosas piezas de arte y miles de objetos que nos llevan a través del tiempo y de las culturas como viajeros privilegiados que descubren rutas desconocidas.
Una de estas experiencias la ofrece el Museo Real de los trópicos -Tropenmuseum- en Amsterdam. Este edificio, que fue considerado el más grande de su época ("sobresalía por encima de casas y árboles") es en sí un ejemplo de arte arquitectónico con sus espacios amplios y llenos de luz. Un lugar de residencia para la cultura de países que se extienden alrededor de los trópicos, con un acento especial en la interesante actividad colonial que tuvieron los holandeses. Zonas de países como el sudeste de Asia y su parte oriental, Africa del norte y al sur del Sahara, América Latina, Oceanía, el Caribe, son rutas expuestas a disposición del visitante.
Sin embargo en esta ocasión era otra la propuesta: un viaje al mundo de los Asmat, uno de los pueblos Papúas, en Nueva Guinea, la zona de más humedad del mundo. Asmat significa literalmente "hombre del árbol". Según una de las narraciones de los Asmat sobre la creación del mundo, el hombre nace del árbol. Hace mucho, mucho tiempo, vivía sólo un hombre. Su nombre era Fumeripits. Se sentía solo, por eso talló del tronco de un árbol otros hombres y mujeres. Pero estos eran simplemente unas imágenes, no eran verdaderos. Entonces se le ocurrió coger un tambor y empezar a tocar música. Las figuras cobraron vida, movieron brazos y piernas y se puseiron a bailar. Este fue el origen de los primeros hombres según los Asmat.
Pero hay una historia más sobre estos talladores de madera, una historia que nos lleva a un mundo de símbolos y rituales, de creencias y ceremonias.
La fuerza de los postes
Fuente: Pauline van der Zee
"Bisjpalen. Een woud van magische beelden" (Bisj-postes, Una selva de imágenes mágicas)
"El hermano de Asesatsj murió repentinamente. Sus primos habían fallecido en el recorrido de un pueblo a otro a lo largo del rio. Desde la última sequía habían muerto muchos vecinos. Sus espíritus estaban aún alrededor del pueblo y de los bosques pantanosos cercanos. La gente tenía miedo. Había que hacer algo. El pueblo tenía que recobrar la fuerza que estaba perdiendo. Era el tiempo de Bisj.
La parte más importante de la fiesta de Bisj eran los bisj-postes. En ellos se tallaban las imágenes de los vecinos fallecidos. De esta manera se hacian visibles sus espíritus. Con estos postes y los rituales que se efectuaban durante la fiesta, encontraban descanso los espíritus y la tranquilidad volvía de nuevo al pueblo. Los troncos para hacer los postes debían ser traídos del bosque.
Asesatsj había salido con frecuencia para traer árboles. Mucho tiempo atrás salían los hombres también para otra parte de la fiesta. Para ello caminaban hasta un pueblo más allá, y regresaban una vez que habían matado a muchos enemigos, llevándose con ellos sus cabezas cortadas. Estas daban fuerza; los cráneos ayudaban a los fallecidos en su pueblo a encontrar el descanso en Safan, el mundo de los antepasados. Estas muertes están hoy día prohibidas, pero todavía se pueden talar árboles y estos suministran la necesaria fuerza.
Asesatsj fue con los hombres, vestido como para la guerra y armado de flechas, al interior del bosque pantanoso. Allí se encontraban la mayoría de los espíritus. Los espíritus quieren a los árboles y viven con preferencia entre sus raíces que unen lo inferior con lo superior de la tierra. Uno de sus hermanos sabía dónde se encontraba un grupo hermoso de árboles de nuez moscada ( !) Estos tienen las raíces más bonitas, la savia del árbol se parece a la sangre, y el olor es pesado y picante.
Primero navegaron con canoas por un pequeño río. Después se sumergieron en la caliente humedad de la selva. Una vez que los hombres habían encontrado los árboles, subieron en sus espaldas a Biakat, el jefe del pueblo. Este empezó a nombrar a gritos sus victorias. A cada victoria nombrada respondían los hombres con gritos de júbilo, y con cada grito golpeaba uno de los hombres con un hacha en el árbol. La savia roja salpicaba alrededor como sangre. Las miradas salvajes en los ojos de los hombres hicieron pensar a Asesatsj en el pasado: como si estuvieran degollando al árbol. Además este olor, parecía … olor humano. Los hombres gritaron los nombres de los muertos en el pueblo. Sus muertes debían ser vangadas, sus espíritus debían tener un sitio. La fuerza perdida debía volver de nuevo al pueblo.
A través del bosque pantanoso, arrastraron los árboles hasta el pueblo. El último tramo pudieron ir por el río con la corriente, los troncos atados a las conoas. En el pueblo les esperaban las mujeres. Estaban gritando y tocando tambores en la orilla del río. Los hombres tuvieron que reconquistar el pueblo a las mujeres con violencia. Esto formaba parte de la fiesta Bisj. Durante el tiempo que los hombres estuvieron en el bosque, las mujeres habían ocupado la casa de los hombres. Era el deber de ellas detener a los espíritus. Estos podían poner en peligro sus vidas y las de sus hijos. La lucha con las mujeres fue encarnizada. Asesatsj recibió un fuerte golpe en su cabeza. La sangre fluía desde su ceja hasta el ojo.
Finalmente ganaron los hombres. Llevaron los troncos al interior de la casa de los hombres. Entonces empezó una nueva parte de la fiesta Bisj. Los talladores se pusieron a trabajar. Durante el día elaboraban la madera, de noche tapaban los postes con hojas de palmeras. Y cada noche cantaban y sonaban los tambores en la casa de los hombres. Cuando los postes estuvieron terminados su colocaron fuera de la casa. En cada uno de ellos se veían representados sus antepasados. Hombres, mujeres, niños. Asesatsj pensó en su hermano y en sus primos. Sus espíritus podían ir a Safan. La fuerza de la vida había vuelto al pueblo."
Me encontré en el museo con estas imágenes de madera, verdadera selva de árboles, donde una templada música mutilaba el silencio de la sala. La combinación de luz y sonido me hizo más sensitiva ante estas imágenes que deben su privilegio a la entrega de los árboles, seres que yo siento generosos e inteligentes. No puedo quedar indiferente ante estos altos postes, algunos de más de doce metros de altitud. Tienen una presencia esbelta y misteriosa. En la parte superior sobresale hacia arriba el tsjémen, literalmente significa pene. Este está hecho de una de las raíces del árbol. Así pués la parte inferior del árbol es la parte superior del bisj-poste. La expresividad de sus formas me habla de unas ceremonias sujetas a superticiones y ocultos mensajes del pasado, en el que se acepta la muerte y se reclama la vida. El hombre y el árbol indivisibles, indesatables. El árbol, la vida, lo femenino; el hombre, la fuerza, la fertilidad. La dualidad, en esta ocasión, mostrando el lado vertical de la tierra hacia el cielo; el árbol como elemento de unión.
Todo esto me llegó en la voz de aquellas imágenes en
http://www.tropenmuseum.nl/smartsite.shtml?id=14821
Sunday, September 30, 2007
PREMIO BLOG SOLIDARIO
Tengo el placer y el honor de anunciar a todos los miembros del Fórum Letras Libres y a los visitantes en general, que nuestro blog de Personajes, mitos y leyendas que yo coordino, ha recibido el Premio al Blog Solidario otorgado por Siluz desde http://siluz.blogspot.com una compañera del Taller
Dado que, aunque yo sea la responsable del blog, no es éste personal sino colectivo, y está elaborado con escritos de más personas, en nombre de todos y en el mío propio, Siluz, te agradezco muchísimo este premio que nos has concedido.
Y ahora como me toca a mí seguir la cadena quisiera otorgar este premio a tres mujeres y a sus respectivos blogs, tanto por la difusión cultural que nos ofrecen como por su defensa y solidaridad en varios campos y la calidad de sus letras. Ellas son:
ALENA COLLAR: Blogs http://otraslenguasotrospaisajes.wordpress.com/ del Fórum LetrasLibres por su aportación cultural y defensa y difusión de las lenguas minoritarias y a
DOLORES BELTRÁN: Blog http://asturiasyyo.blogspot.com/ por la difusión de esta tierra que ambas compartimos y por darla a conocer al mundo entero a través de sus palabras y de su inseparable cámara de fotos.
VIRGINIA SEGUÍ: Blog Mujer, arte y literatura http://seguicollar.wordpress.com/ por su defensa del mundo femenino y por darnos a conocer tantas historias de mujeres célebres, así como de sus obras.
Por último quiero decir que podría añadir una larga lista de amigos y compañeros que merecerían también este premio pero me temo que se me olvidaría alguno y creo que eso no sería justo, además estoy convencida de que tod@s ell@s acabarán recibiéndolo también.
Emma Rosa
Wednesday, August 15, 2007
EL CABALLO DE ODÍN
EL CABALLO DE ODÍN
Cuenta una leyenda escandinava que la tierra se formó cuando Odín, Vili y Vé cogieron el cuerpo de Ymir y lo arrojaron al centro del abismo abierto haciendo con él la tierra, y creando con su sangre los mares, ríos y lagos; su carne fue la tierra, formándose con sus huesos las escarpadas montañas, creándose una nueva raza conocida como la de los Enanos de las Colinas. Del cráneo de Ymir fluyó tanta sangre que en ella se ahogaron los gigantes, sólo uno de ellos se salvó, Bergelmir, que consiguió encaramarse con su mujer a un molino conservando la vida y de él desciende la estirpe de los Gigantes Helados.
Después, con el cráneo de Ymir formaron el cielo colocándolo encima de la tierra, con un enano en cada una de sus cuatro esquinas sosteniéndolo, después tomaron las cenizas del Mulpellheim y las pusieron en el centro del abismo abierto, consiguiendo así iluminar el firmamento, situaron las estrellas, fijaron los lugares y trazaron las veredas, y cuentan las tradiciones que de este trabajo resultaron las noches y los días y el cómputo de los años.
Una vez hecho esto construyeron sus moradas. Cuando tuvieron construido el Midgard y acabado el Walhalla quisieron protegerlos de los ataques de sus enemigos y fue entonces cuando apareció un misterioso maestro albañil que prometió construirles en tres estaciones, una fortaleza inexpugnable, sólida y empinada, en la que estarían a salvo de los Enanos de las Colinas y de los Gigantes Helados; cuando le preguntaron por su salario el albañil tuvo la osadía de pedirles la mano de Freya y si quedaban contentos podrían añadir el sol y la luna como propina.
Los dioses se reunieron y discutieron la cuestión conjuntamente y pactaron que el albañil cobraría lo que pedía, únicamente, si construía él solo la fortaleza y los bastiones en un solo invierno, y si el primer día de verano la última piedra no estaba puesta no le pagarían. El albañil escuchó la decisión de los dioses y estuvo de acuerdo siempre que pudiera contar con la ayuda de su caballo Svadilfari, a lo que los dioses no se opusieron.
Cuando comenzó el invierno el albañil inició las obras de la fortaleza, el primer día marcó los cimientos de las murallas y durante la noche, ayudado por su corcel, subió las rocas para la construcción del muro. Los dioses observaban asombrados las grandes rocas que el animal era capaz de transportar, entonces se dieron cuenta del error que habían cometido al permitir que ayudada a su amo en la construcción, pues su trabajo suplía el de varios hombres de los mas aguerridos. Pero el pacto había sido hecho con testigos y no podían volverse atrás. El invierno fue transcurriendo y la construcción avanzando, el baluarte fue creciendo y finalmente pudo verse altivo y recio, resistente al asalto; y cuando faltaban pocos días para que finalizara el invierno la fortaleza estaba terminada, sólo a falta de la recia puerta.
Los dioses no sabían cómo iban a salir del atolladero en el que se habían metido pues Freya nunca estaría dispuesta a pertenecer al albañil, no pudiendo prescindir tampoco del sol y de la luna. Todos convinieron que como aquella decisión fue tomada por consejo del dios del fuego, Loki, era éste el que debería inventar el modo de eludir el pago acordado con el albañil.
Loki, efectivamente, ideó un sistema que resultó infalible, consiguiendo con él que el garañón Svadilfari siguiera ayudando a su dueño impidiendo que éste cumpliera su parte del trato. El sistema que ideó estaba destinado a tener éxito, ya que el dios empleó la siguiente estratagema: en una de las ocasiones en que el caballo bajaba por su acostumbrada carga de piedras hizo salir de entre los árboles cercanos una hermosa y atractiva yegua que inmediatamente captó su atención haciéndole romper sus trabas y correr detrás de ella a través del bosque. Los intentos del albañil por capturarlos fueron en vano y la obra quedó parada como deseaban los dioses. La furia del albañil fue colosal, al darse cuenta de que no conseguiría terminar el trabajo a tiempo, dejando al descubierto su verdadera identidad de gigante y permitiendo que los dioses pidieran ayuda a Thor y que éste con un solo golpe de su martillo aplastante pulverizara su cráneo enviándole a Niflheim.
Cuenta también esta leyenda que Loki tuvo tratos con Svadikfari y que tiempo después alumbraba un potrillo gris que tenía ocho patas, el mejor de los caballos de cuantos poseen los dioses y que con el tiempo se convirtió en el caballo de Odín.
Virginia Seguí Collar
Tuesday, July 03, 2007
LA CUEVA DE MARIAVELA
LORETO WALLACE MORENO
De niña crecí a las afueras de la ciudad de Málaga , en Andalucía, en el Sur de España. Mi abuelo era administrador de la fábrica de azúcar Larios que se levantaba a las orillas del río Guadalhorce. Todos conocían el lugar como “La Azucarera” y allí, en ese paraíso de libertad, nosotros los niños correteábamos durante todo el dia por unos campos llenos de cañas de azúcar y plantaciones de maiz que se extendían desde la casa hasta el azul del Mediterráneo. Eran los años sesenta y la vida tenía un ritmo lento en el que los veranos transcurrían interminables hasta que llegaba la hora de volver al colegio y sacarle el largo a la falda del uniforme.
Muy cerca de la casa de mi abuelo se hallaba una pequeña granja que pertenecía a la familia Corro. Eran humildes campesinos que vivían del campo y de unas cabezas de ganado. Quizás por ello, por temor a que tuviéramos algún accidente, nos tenían prohibido ir allí... Y claro, para mi hermano y para mí lo más excitante del mundo era burlar la prohibición!.
Y así entró en nuestras vidas un personaje que aún hoy día está vivo en mi recuerdo: era el abuelo Frasquito, el mejor narrador de cuentos que he conocido. En cuanto llovía, junto con los dos niños de la granja, nos refugiábamos en los establos con los animales (¡si mi abuela nos hubiera visto!) y el abuelo Frasquito nos contaba historias que escuchábamos con la boca abierta, aguantando la respiración.
Esta que refiero a continuación es una de las que aún recuerdo tan vívida como en aquella tarde lluviosa en que la escuché:
LEYENDA
En la Sierra de Torremolinos, en su parte más alta, se abre esta pequeña cueva. Su entrada, de reducidas dimensiones, está muy disimulada. Acerca de ella se cuenta una historia que al parecer data de finales del siglo XIX y que dice así:
“Por aquellos tiempos, unos bandidos tenían aterrorizadas a las gentes asaltando las diligencias que pasaban por el camino de la costa. El jefe de ellos era un hombre cruel y sin escrúpulos, que no reparaba en nada para conseguir sus propósitos. Entre los bandidos empezó a reinar un gran malestar ya que algunos de ellos no estaban de acuerdo en la manera de repartir el botín.
Unos cuantos decidieron quedarse con parte de él ocultándolo en esta pequeña cueva, ya que se hallaba apartada de los caminos y era difícil de encontrar. Uno de los bandidos vigilaba siempre la entrada. Acordaron una contraseña: una hoguera encendida significaba que el camino estaba libre y no había peligro de subir hasta allí.
Los habitantes de los alrededores, al ver las luces, empezaron a correr el rumor de que en lo alto de la sierra se aparecían las ánimas, y nadie se atrevía a acercarse por aquellos riscos.
Pero el jefe de los bandidos, que hacía tiempo había empezado a sospechar que algunos de sus hombres le hacía traición, se puso a vigilarlos estrechamente. Una noche, que brillaba la luz en lo más alto de la sierra, los siguió hasta el escondite, y confirmando sus sospechas, los mató en la entrada de la cueva.”
Frasquito narraba de tal manera, que todo nos parecía real, y cuando en las noches de verano mirábamos la cercana sierra de Torremolinos bañada por la luz de la luna, creíamos distinguir pequeñas chispas de luz, resto de aquella hoguera que aún seguía encendida...
LORETO WALLACE MORENO
Málaga, Junio 2007
Saturday, April 14, 2007
EL OSO JUAN
Juan se llamaba el niño.
En vista de que el pegujal quedaba algo lejos de la aldea, y como no tenía con quien dejar el crío, la madre, María, decidió ir a vivir al monte, a una cabaña situada en lo más alto del cerro. Desde ella podía controlar su ganado en los duros días invernales.
Merodeaban por allí varias alimañas al acecho de alguna presa, pero sus dos mastines se sobraban para espantar a cualquier animal que tuviese la osadía de asomarse por los alrededores del aprisco de María y Juan. Especialmente empeñado en rondar el rebaño se mostraba un enorme oso, el cual, si bien no se atrevía a enfrentarse a los perros, sí llegaba hasta las proximidades del hato, engolosinado por la presencia de una colmena que había en el hueco del tronco de un viejo castaño.
El ladrido de los animales y sus ágiles saltos molestaban de tal manera al oso, que éste acudía a todos los medios a su alcance con el fin de demostrar a los animales que su interés se limitaba a la miel, abundante y dulcísima, del castaño. Un buen día, el oso, en prueba de sus buenas intenciones, paseó durante un rato cerca de una oveja descarriada que se encontraba algo separada del rebaño sin hacerle el menor daño.
Gracias a este gesto, los perros acabaron por comprender las buenas intenciones de la fiera y acostumbrarse a su presencia sin mostrar especial fiereza, siempre, claro está, que el oso se mostrase respetuosamente alejado del rebaño.
Así fue pasando el tiempo. Nuestro niño acabó por convertirse en un mozalbete fuerte, noble y generoso como la naturaleza que le vio crecer. Y el oso pasó a ser, simplemente, un vecino. Algunos aldeanos, sabedores del asunto, concluyeron, en tono ocurrente, que el oso era uno más de la familia. Y como llegaran a hacerse famosos en la comarca los juegos y travesuras que mutuamente se regalaban ambos amigos, las gentes del pueblo terminaron por llamarles Juan el oso y el oso Juan.
Todo marchaba perfectamente entre aquellos riscos hasta que, llegada la primavera, el oso Juan desapareció inexplicablemente para volver a aparecer, días después, alegre y retozón como un perrillo faldero. Meses después, llegó el invierno y el oso Juan se largó a esconderse en su acogedor refugio.
Al volver la primavera, nuestros amigos Juan el oso y su madre, extrañaron la tardanza en volver de su amigo el oso Juan. Ya pensaban que habría sido víctima de algún cazador furtivo o de un accidente cuando, una mañana, oyeron el latir desaforado de los dos mastines anunciando la visita de algún extraño. Juan se asomó a la ventana de la cabaña y observó cómo dos osos se aproximaban, tan desafiantes y decididos, que parecían despreciar absolutamente la presencia de los perros.
El muchacho y su madre permanecieron quietos, acechando los movimientos de los animales. Éstos, sin demostrar la más mínima inquietud ante la presencia de los perros, seguían acercándose a la cabaña.
De pronto, los dos mastines salieron disparados como proyectiles en dirección a los osos. Uno de ellos, debía de ser una hembra, se agachó y recogió del suelo una pequeña cría. El otro se dirigió decidido hacia los perros y los tres se enzarzaron en una rueda infernal.
Juan y su madre salieron armados de palos para defender la vida de sus mastines pero, al acercarse, observaron asombrados que aquel guirigay no era sino una gran fiesta. Los perros saltaban alrededor del oso y se lanzaban sobre él mientras éste se los quitaba de encima de un manotazo para, inmediatamente, volverlos a atraer sobre su cuerpo. Sus lenguas se entrecruzaban lamiendo y besando en una muestra de alegría que desbordaba sus enormes corpachones.
El oso Juan, al verlos llegar, se dirigió hacia mamá osa con una expresión casi humana de felicidad, cogió entre sus manazas aquella bolita peluda se la ofreció a sus viejos amigos.
Esa fue la primavera más feliz que se vivió en muchos años por aquellos salvajes roquedos. Los osos merodearon durante unos meses por los alrededores. Su vida era un continuo festín de miel y frutas silvestres hasta que una mañana, los mastines despertaron a Juan. Éste, alarmado ante sus ladridos, salió inmediatamente de su cabaña para encontrarse con unos cazadores armados hasta los dientes.
-¿Has visto por aquí unos oso rondando?
-No. Por aquí no hemos visto un oso en todos los días de mi vida –mintió.
Los cazadores abandonaron el lugar no muy convencidos. Pasaron unos días. El pastor no volvió a tener noticia alguna de ellos hasta que, un atardecer, una salva de disparos rompió el cielo y recorrió toda la montaña rociándola de una eternidad de ecos. Éstos, lentamente, fueron desapareciendo en el infinito y dejaron paso a una extraña sensación de dolor que flotó entre los ventisqueros hasta quedar colgada en el denso ramaje del bosque vecino.
Al amanecer del día siguiente, Juan abandonó la cabaña y, desde el portal, esperó a los osos como todas las mañanas. Pero los osos no aparecieron. Ni aquella tarde, tampoco. Extrañado al ver que no venían a recoger su ración de miel para el osezno, llamó a los perros y, acompañado por ellos, salió en busca de sus amigos.
Apenas se acercaron a la cueva en que solían invernar, los perros comenzaron a latir desesperados y nerviosos. Juan los siguió a la carrera. Cuando los alcanzó observó, con el corazón encogido, cómo lamían algunas gotas de sangre sobre una roca. El pastor se sentó junto a ella, hundió su cabeza entre las manos con desesperación, y temiendo romper el silencio, llamó a su amigo en un susurro apenas audible.
Mientras, los perros seguían dando una batida por los alrededores. Pasados unos minutos, apareció uno de ellos trayendo en la boca al osezno que, asustado, se debatía entre gruñidos. El mastín depositó al animalito a los pies de Juan. Éste, amorosamente, lo cogió entre sus brazos y se encaminó, llorando, a la cabaña.
Allí le prepararon un tazón de leche fresca y el animal, agradecido, se quedó dormido a los pies de sus padrinos en cuanto sació su hambre.
-Te llamarás Juan, como tu padre y como tu padrino –dijo María.
Manuel Cubero
Sunday, February 18, 2007
Cuenta una leyenda que en un pueblo español, en tiempos de postguerra el alcalde con los de la benemérita al frente echaron a unos gitanos que vivían en las cercanías, pero les exigieron dejar allí a los caballos que llevaban. Éstos, en busca del alimento que nadie les proporcionaba, avivaron los rescoldos y provocaron un incendio. Esta historia está basada en esa leyenda:
LA VENGANZA DE LOS CABALLOS
ALENA COLLAR
Cruzaban la luz cortándola en hilos de sombra, rasgados y cada vez más amplios. Abiertos, como si los huecos se hubieran llenado de un magma extraño y tenaz, que llenara todo el espacio.
Olía el aire a polvo y hollín, a quemadura. Mientras los caballos seguían corriendo sin freno, sin reposo, más lejos, más allá. Y se teñía la tarde de mates y humo, levantándose por entre las colinas las llamaradas sin descanso, sin cortapisas, desamparadas de tenazas para su victoria.
Los gitanos se habían ido del pequeño campamento a las afueras hacía ya días. Pero los caballos, abandonados y muertos de hambre, permanecieron allí, silenciosos y solitarios, como una imagen de otros tiempos, como una reliquia.
Hasta que hozando entre los basurales y los restos de la quema de rastrojos, encontraron comida, y saciaron el apetito, pero a la vez avivaron los rescoldos y el fuego creció hasta abarcar la última llamarada de aquel sol finalizando el verano.
Entonces huyeron, al galope, entre los senderejales de las viñas, campo atraviesa, entre las pomas de manzanos creciendo, entre los cultivos cuadriculados y los trigos medio secos de aquel septiembre agostado por el calor.
Se fueron sin los gitanos, pero en su busca, como si se vengaran del olvido, como si el fuego hiciera menos absurda la blasfemia de haber sido expulsados por aquel bando del alcalde declarándolos "gente de mala ley" y obligándolos a dejar en la aldea como pago a los caballos.
Alena. Collar.